No pospongas la planificación del legado

La muerte, particularmente cuando se trata de la propia, es un tema que la mayoría de las personas suele evitar.  Sin embargo, las pandemias nos recuerdan que ninguno de nosotros es inmortal y que, por más que no nos guste, llegará un momento en el que ya no estaremos en este mundo.  Debido a esta realidad, junto con las condiciones cambiantes del mercado por causa del COVID-19 y las predicciones de los economistas que indican que EE. UU. podría sufrir una depresión económica, es el momento ideal para planificar tu legado.

Independientemente de tu edad o situación profesional, si has acumulado activos importantes a tu nombre, deberías pensar en la planificación del legado.  Esto es particularmente cierto si formas parte de la generación de "baby boomers", el grupo de personas nacidas entre el 1946 y el 1964.  Según la compañía de investigación de mercado Cerulli Associates, se prevé que se pasarán $68 billones en activos entre generaciones durante los próximos 25 años y aproximadamente el 70 % de esas riquezas provendrá de la generación de "baby boomers", cuyos integrantes de mayor edad ahora rondan los 70 años. 

Planificar tu legado implica decidir lo que le dejarás a tu familia, a tus amigos y a organizaciones que aprecias y deseas ayudar en términos financieros.  Además, al igual que con el retiro, no debes planificar tu legado una sola vez, sino revisar tus planes periódicamente, en especial durante momentos de cambio, como por ejemplo al contraer matrimonio, al divorciarte o al tener un hijo o nieto. 

Si aún no empezaste a planificar tu legado, lo primero que debes hacer es dar una mirada general a todos tus activos, desde dinero en efectivo, acciones y bonos hasta viviendas y otros bienes o inversiones que tengas, y que a la larga se deberán liquidar cuando ya no estés.  Cuando tengas una lista de todo lo que dejarás al partir de este mundo, te conviene determinar qué porcentaje de tus activos quieres dejar a tus herederos o a organizaciones benéficas que desees apoyar, y cómo exactamente se dividirán las cosas. 

Dado que existen otros activos más complicados, como los negocios, que no pueden dejarse en herencia con la facilidad con la que se deja el anillo de compromiso de tu abuela, te recomendamos considerar la opción de contratar a un planificador financiero o abogado fiscal para la planificación de tu patrimonio.  Proteger ciertos activos en fideicomisos o disponerlos en determinadas estructuras fiscales puede marcar la diferencia entre que tus herederos reciban la mayoría de los activos que dejes de manera oportuna o que todo se inmovilice en la sucesión.  Esto es especialmente importante porque las leyes que rigen los impuestos sobre sucesiones varían según el estado. 

Del mismo modo, si hay organizaciones sin fines de lucro o fundaciones que son importantes para ti, también puedes considerar las donaciones planificadas.  En algunos casos, esto puede suponer avisarle a la organización a la que desees ayudar que a la larga recibirá activos de tu parte.  Los avisos con anticipación también pueden ser importantes si la ayuda que vas a dejar no es dinero en efectivo, como por ejemplo activos revalorizados. Si se estructuran correctamente, podrías eludir la necesidad de pagar impuestos de plusvalías. 

Cuanto más grande sea tu legado, más lógico será recurrir a un profesional para que te ayude con la planificación.  Según cómo sean las relaciones en tu familia y si tus intenciones con respecto a la distribución de tus activos no coinciden con las expectativas de los integrantes de tu familia, tal vez te convenga acudir a un profesional para que asuma esta responsabilidad y nombrarlo como albacea, ya sea un abogado o contador, un banco o una compañía fiduciaria.